martes, 10 de agosto de 2010
Adicción...
Cuando superas una adicción dejas de pensar en volver a tenerla entre tus manos, dejas de desvivirte por un poquito más. Cuando superas una adicción, tu cuerpo poco a poco se vacía, se renueva dejándote solo un baúl plagado de anécdotas. Cuando superas una adicción, y el sufrimiento que te a ocasionado su perdido, a sido superior a muchas otras cosas... reenganchase por voluntad propia, o por obligación, puede resultar más difícil que el abandono... Sin embargo, un poquito de ti dice que pruebes, que igual, dándole otra oportunidad las cosas cambian y al fin y al cabo... probar solo puede tener sus dos caras, la buena, que seas capaz de tener dependencia para desprenderte cuando quieras, o la cara contraria, la que nadie quiere ver, la de recaer por completo sin querer volver a dejarlo, y pasar por ese sufrimiento. A simple vista puede parecer fácil, pero, tus vocecillas de tu conciencia, infames, contribuye a tu quebradero de cabeza, te dicen que pruebes una vez mas, para darte con la realidad de una vez, una ultima vez... solo, una ultima vez... Mientras tanto, mientras te divides entre los correcto o lo incorrecto, el engaño con otra droga diferente, totalmente nueva, y a la que crees que no puedes ser adicto, tiene sus efectos secundarios, su sabor, su tacto nuevo, su jugosidad, son factores con los que no puedes conciliar el sueño sin repasar antes el momento en que te lo llevas a la boca, y no puedes despertar, sin recordar su nombre... Siempre es la misma disyuntiva, cada vez más difícil... tic, tac, tic, tac... Debes elegir entre una de las dos antes de que el reloj toque su hora, vuélveme adicta a ti, vuelve a darme a corroborar que mereces para algo, o sino, lo más sensato, será engañarte con tu posible alma gemela... tengo el alma rota de quererte, en esta soledad llena que me ahoga.
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